martes, 29 de octubre de 2013

Acostumbrase es otra forma de morir.

Sus manos casi abranzando mi espalda.
Sus caderas empujando las mías contra la pared.
Un beso suave, lento, puede que hasta dulce.
Creo que se me escapa un leve gemido, él aparta la cabeza y me mira con una media sonrisa.
Acerca su mano hasta el principio de mis pantalones, acariciando mi vientre con la áspera yema de sus dedos.
Pongo una mano en su cintura y hago de su camiseta un pomo.
Me muerde el labio despacio, sin esperar reacción por mi parte.
Roza mi boca con las suya por ultima vez y mete su mano en mis bragas con violencia.
Suelto un trémulo jadeo.
Ahora sonríe con los ojos.
Me acaricia fuerte, casi con embestidas de su mano.
Tiemblo.
Araño su espalda.
Con la mano aún en mi entrepierna se acerca a mi oído.
-Di mi nombre. -susurra.
Y lo digo entre gemidos.

lunes, 21 de octubre de 2013

La cosa más espantosa, es una hoja de papel en blanco. II

Melancolía despierta.
Lo hace abriéndose paso entre labios, entre momentos y el dolor ajeno. A veces propio.
Descubre que le gusta el té.
Descubre, también, que es capaz de crear mundos.
El exterior de su habitación cada día le interesa más, le llena. Vive a través de si misma por primera vez.
Comienza a leer en voz alta.
Cuanto más tiempo pasa, menos le convence su nombre, ahora prefiere Libertad.
Aunque a solas, cuando nada ha pasado, sin ningún motivo, recobra el nombre al que renunció.
No sabe quién es, ni como es; y eso es lo que más le gusta.
Los días buenos la vida es como un juego.
Hay días que hasta consigue ser feliz por un par de segundos.
Un estrella fugaz en una noche nublada.
Aretha sonando en sus cascos.
Y luego están sus sueños. Imposibles o irrelevantes, no hay escala de grises.
Le encantan los detalles pero no sólo eso, le encantan los detalles de los que nadie más se da cuenta.
Es lo único que guarda para si misma.